"Otra de las prioridades de la investigación en enfermedades
raras es el diagnóstico. A causa de su baja prevalencia, son poco conocidas por los profesionales sanitarios, y a menudo el primer diagnóstico es incorrecto. Eso retrasa el tratamiento, algo que, en trastornos graves, degenerativos o que afecten al desarrollo puede ser muy perjudicial. Afortunadamente, en los últimos años el diagnóstico molecular ha permitido acelerar significativamente este proceso, e incluso descubrir la causa de trastornos antes desconocidos.
Ese es precisamente el caso de las GRINpatías, un conjunto de enfermedades que afectan al desarrollo del cerebro. Están causadas por mutaciones de los siete genes de la familia GRIN, que codifican un grupo de receptores neuronales: los receptores de glutamato de tipo NMDA. Estos receptores captan las señales que transmiten las neuronas mediante el neurotransmisor glutamato, y participan en la memoria, el aprendizaje y la formación de redes neuronales durante el desarrollo del cerebro.
“Las manifestaciones clínicas de las GRINpatías pueden ser muy variables, dependiendo del gen mutado y de la región codificante que esté alterada”, explica Xavier Altafaj, investigador principal en la Unidad de Neurofarmacología del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL). En general, los pacientes presentan discapacidad intelectual, desde muy leve hasta severa, alteraciones del movimiento, déficits de comunicación y una elevada incidencia de epilepsia.
La variabilidad de los síntomas ha hecho que, a menudo, las GRINpatías se hayan clasificado como otras patologías. No fue hasta 2010 que por primera vez se asociaron mutaciones en los genes GRIN2A y GRIN2B con alteraciones del desarrollo.
“Hubo que esperar hasta 2016 a que la acumulación de datos demostrara una elevadísima correlación entre las mutaciones de genes GRIN y un patrón de herencia dominante que causaba afectación del neurodesarrollo”, relata Altafaj. Por ahora no se sabe a cuántas personas podrían afectar, ya que la mayoría no están diagnosticadas. En el mundo hay documentados 500 casos, pero solo en Europa podría haber 10.000 casos de pacientes con GRINpatías que aún no están diagnosticados.
“A día de hoy, la única forma de diagnosticar inequívocamente los pacientes con GRINpatías es a través de un estudio genético”, subraya Xavier Altafaj. Su equipo ha puesto en marcha una plataforma de diagnóstico molecular y computacional en colaboración con los Dres. David Soto, de la Universidad de Barcelona (UB), y Mireia Olivella, de la Universidad Pompeu Fabra (ESCI-UPF), para analizar de forma personalizada las mutaciones GRIN de los pacientes. El objetivo es determinar el impacto de estas mutaciones en el funcionamiento de los receptores para que, en caso que sea posible, se pueda administrar un tratamiento adecuado a los pacientes. Actualmente tienen 60 casos en lista de espera, y están desarrollando un algoritmo predictivo que permita realizar el diagnóstico molecular con la ayuda de herramientas bioinformáticas, un método mucho más rápido que el actual, que precisa de
análisis en el laboratorio.
Además, están ensayando una terapia nutracéutica que podría paliar la enfermedad en ciertos casos en que la mutación reduce la función del receptor NMDA afectado. La estrategia consiste en administrar L-serina, “un aminoácido que ingerimos en la dieta de forma natural, que no presenta efectos secundarios y que se ha utilizado en el caso de otras patologías pediátricas”, explica Altafaj. La L-serina es el precursor de la D-serina, un coactivador natural de los receptores NMDA. Con niveles altos de D-serina en el cerebro, los receptores mutados, que tienen menor capacidad funcional, pueden activarse con mayor frecuencia, lo que potencialmente puede mitigar las consecuencias de este tipo de mutaciones.
En un estudio piloto en colaboración con la Dra. Àngels García Cazorla, neuróloga del Hospital Sant Joan de Déu, han administrado suplementos de L-serina en la dieta de una paciente de siete años con una GRINpatía. “Ha tenido resultados muy esperanzadores. Antes del tratamiento, la paciente era muy irritable, se comunicaba muy poco con el mundo exterior y tenía un control motor muy limitado.
Después del tratamiento, que empezó hace dos años, la pequeña está menos irritable y mucho más conectada con el mundo exterior. Los cambios han sido muy evidentes también a nivel motor. Tras nueve meses de tratamiento, ya era capaz de andar con ayuda de un deambulador y su motricidad fina había mejorado de forma significativa”, relata Xavier Altafaj.
Los investigadores están estudiando ahora la estrategia en un grupo de 30 pacientes con GRINpatías, en un ensayo que podría proporcionar resultados clínicos este mismo año. “Si son positivos, ampliaremos el estudio clínico y reclutaremos pacientes de toda la Unión Europea”, añade Altafaj.
“El panorama de la investigación en las enfermedades raras ha cambiado radicalmente en los últimos cuatro o cinco años”, afirma Juan Luque. “Hay muchísimos proyectos en marcha. Hay fondos de inversión y empresas dedicados a este campo. Las asociaciones de pacientes están muy implicadas. Antes una enfermedad rara era ‘rara’ porque nadie desarrollaba terapias para tratarla. Eso ahora ya no es así. Si las cosas se hacen bien, se puede llegar incluso a sacar adelante una terapia personalizada”, concluye."